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jueves, 12 de septiembre de 2013
EL AGRARISMO GALLEGO
En Memoria del sacerdote D. Basilio Alvarez (Fundador de Acción Gallega)
Como mi intención no es dar clases de política. Sin embargo, como ciudadano creo que se puede aprender y mucho de aquellos políticos gallegos que un día existieron… y levantaron su voz con energía gritando en pos de la libertad, dejándonos un legado ideológico y de justicia social encomiable.
Me estoy refiriendo al sacerdote D. Benito Alvarez (Alma de fuego, verbo ardiente), estos y otro eran sus sinónimos, porque su voz vehículo de sus ideas, conectaban con el pueblo llano cargando sus baterias de ilusión y de cambio al cansado campesino gallego. A cuyos oidos penetraba su «verbo de fuego» como las trompetas del reino, un reino justo donde las huestes atropelladas por el poder identificaban con la ilusión de un cambio quizás, perceptible.
Decia Basilio Alvarez: » Es cien veces preferible la muerte que vivir a merced de tanta ignominia, porque la vida que arrastramos es de las que piden bendecir la generosidad del plomo que nos redimiese del oprobio, cortando nuestra existencia».
(…) Este manifiesto, al mismo tiempo que atraía a una juventud cansada de la mediocridad de una política retauracionista, escandalizaba tanton a caciques como a obispos y terratenientes. de acuerdo con su programa, Basilio inicia su acción de misionalización política por toda Galicia especialmente dando persecucución al cacique, (buscándolos en sus propias madrigueras).
El programa de Acción Gallega era muy elemental. La elementalidad puede depender de dos cosas: de haber seleccionado la esencialidad de los problemas o de la simplificación de los mismos. Cremos que la elementalidad de Acción Gallega nacía de lo segundo:
- Redención de foros
- Extirpación del caciquismo
- Cubrir a Galicia de vías de comunicación interiores y conctarlos con el resto de España y del mundo.
- Fomento del turismo
- Protección entusianta y decidida a las industrias salazoneras, vinícolas e hidrológicas.
- Establecimientos de bancos y cajas de ahorro agrícolas, Cooperativas y Montepios.
- Procurar la fusión de las asociaciones labriegas.
- Interés por la industria pecuaria.
- Promover el desarrollo e implantación de la industrias rurales.
- No aceptar para Galicia otros diputados de los que vengan a Congreso como representantes de las aspiraciones agrarias.
Este amplio aunque desflecado programa, sería reducido con el tiempo en beneficio de un más estricto objetivo agrario. Basilio era consciente de que Accción Gallega no era un programa político: » ¿Programa? primero, una política negativa de destrucción si quereis, una política quirúrgica de amputación de todo lo viejo, de todo lo leproso, de todo lo engangrenado, haciendo curas de caballo, con mucha vinagre y con bloques de sal sobre las llagas, con rugidos que despierten, con alaridos que conmuevan, con estridencias que crispen, con behemencias que exalten, una política que desbanque la estaua de Elduayen de su pedetal, y que la reemplace por la de un maestro de escuela o el director de una granja agrícola. Después, ya ahora, porque la revulsión está hecha, la agitación está consumada una política de honrradez y humanidad, una política de cultura y de despensa…una política de acción de surco…una plítica sustantiva que afirme, que reconstruya el viejo solar perdido, que hace cuatro siglos está soterrado»
Puede que los políticos actuales gallegos sepan de la lucha «no política» como él, Benito Alvarez, gustaba referirse a sus inquietudes e ideales de justicia social. Y temblado sus fibras del sentimiento, ante un espejo cargado de verdad.
«Los filósofos han observado que la norma del mundo es ensalzar a los santos muertos y perseguir a los vivos»
Albert Einstein
Decía el poeta José Angel Valente:
El mundo de mi infancia fue un primer desdoblamiento de mi persona. Yo era el primogénito de una familia con muchos hermanos y por una serie de razones vino a parar a mi casa la biblioteca de un sacerdote, Basilio Álvarez, el fundador del Partido Agrario Gallego un cura republicano, suspendido a divinis, que se exilió. Yo oía de pequeño: «pobre Basilio suspendido a divinis». Lo de suspendido lo entendía, pero a divinis no sabía lo que significaba, pensaba que lo tenían suspendido de una viga. ¡Pobre hombre! Esa biblioteca fue muy pronto mi refugio, pero muy pronto. Hay que situarse en lo que era la España de la inmediata posguerra, una España absolutamente censurada, dominada fundamentalmente por el ejército y por el clero. En aquella biblioteca comencé a asomarme a mundos absolutamente censurados y que fuera de ella no existían ni se podía hablar de ellos. Así me fui convirtiendo en un clandestino.
¿Cuándo comenzó a querer escribir?
En torno a los catorce años. Estaba estudiando el bachillerato en el único instituto que entonces había en Orense y toda aquella carga de lecturas de los libros que estaban en la biblioteca de Basilio Álvarez comenzó a explotar. Es decir, que el cura se marchó pero dejó el veneno allí y yo me bebí el veneno con mucho gusto. Considero que le debo mucho; determinó, creo, mi vocación literaria. Allí estaban Santa Teresa y San Juan de la Cruz, todos los románticos, también Rubén Darío y Bécquer. Eso sí, nada del 27. Y comencé a tratar de hacer como ellos hacían.
¿Oxford fue su salida a la libertad?
Mi estancia en Oxford fue enormemente fructífera, me pasaba el tiempo en la biblioteca Bodlian. Allí descubrí la importancia que tuvo el libro español en la Inglaterra del xvi y xvii. Los ingleses leían en español y en las bibliotecas y catedrales inglesas había muchos libros españoles, por ejemplo encontré el Guzmán de Alfarache, La Celestina, El Quijote, libros sobre todo de narrativa y sobre táctica militar. Se interesaban por el enemigo; se curaban en salud aprendiendo lo que pensaban sus enemigos. Por otro lado, cuando se instala la Commonwealth con Cromwell, los católicos, los jesuitas, sobre todo, que estaban en Holanda, bombardeaban Inglaterra con libros, porque la literatura espiritual inglesa estaba muy próxima al mundo católico, aunque, claro, no los puritanos. Había conventículos en Cambridge donde se reunían los escritores; los poetas metafísicos se forman en esos círculos minoritarios que los puritanos perseguían. Los jesuitas introducían libros de espiritualidad católica, clandestinamente, en Inglaterra desde los Países Bajos, que entonces dominaba España.
Solidaridad Gallega (1907-1914)
Después de la aprobación y puesta en práctica de la Ley de Jurisdicciones Militares de 1906, se constituyó en Cataluña Solidaridad Catalana que aglutinaba a todas las fuerzas nacionalistas, algo semejante se copió en Galicia al año siguiente, con el objetivo de vencer en las urnas. Formaban parte de la coalición: Alfredo Vincenti por los republicanos, Vázquez de Mella por los carlistas, junto con los regionalistas: Golpe, Lugrís y Casares Quiroga. Su programa esencialmente proponía: conseguir representación parlamentaria, eliminar el caciquismo, fomento de la economía, atender a la agricultura. Se van a dar a conocer a través de una campaña de mítines acompañada de concentraciones, quema de montes, atentados, cárcel y muerte…, ante la agresividad y violencia de los hechos, muchos desertan
Pero la actividad periodística no cesa, si bien multiplicada, o dividida, en varios frentes. En 1908 apareció El Correo de Galicia de Buenos Aires, Basilio Álvarez (sacerdote luchador galleguista y agrarista) fue nombrado director de Galicia de Madrid; al año siguiente aparece Vida Gallega en Vigo. En 1910 Antón de Olmet (6) y Prudencio Canitrot, dos jóvenes gallegos estrechos colaboradores de Basilio Álvarez y fervientes admiradores de Valle Inclán, fundaron la colección «Biblioteca de Escritores Gallegos», donde vieron la luz obras de Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán y Sofía Casanova, entre otros destacados escritores.
En Memoría de Basilio Alvarez (Fundador de Acción Gallega)
Antonio Valcárcel Domínguez de Mazaira
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