"LA GATA MICHI"
Nació hace seis años en el Pagasarri el monte al que a Miguel de
Unamuno le gustaba subir y bajar entre sus arduos planos inclinados
llenos de flora, robles y demás árboles autóctonos. Después emigro con
sus amos, y esto de amo no me gusta ya que me recuerda a la esclavitud
que el hombre hasta hace una centena comercializaba con otros hombres a
los que llamaba esclavos. En fin, llegamos a un pueblito del Valle de
Pas, Cantabria. La puse de nombre Queka, después algunos de los
asociados comenzó a llamarla Michi y con Michi sé quedó sin importarla.
Nos ubicamos en una preciosa casa del siglo XVII de tres plantas que
aún conservaba piezas de los siglos pasados, fue con el propósito de
dedicarla a la atención de personas con problemas de drogadicción y de
enfermos psíquicos tutelados por medio de la Asociación que yo Presido.
Nos acompañaron otro felino de nombre PIPO primo carnal de Michi; - Así
lo “bautizó” Paco Pombo. Salimos huidos del fuego, de la especulación
inmobiliaria, de los acosos, de las pintadas amenazantes en las paredes
del Caserío del Pagasarri… A los amigos de ETA no le deben de gustar los
“locos”, afiliados a partidos no independentistas ¡Maldita palabra!
Hay otras pero no lo quieren reconocerlas adecuadamente, prefieren la
estigmatización.
En el Pagasarri, al ubicarnos en el Caserío
Bentabarribidea y antes de habitarlos tuvimos que realizar obras de
albañilería, fontanería, colocar muebles… El caso, que tras de años de
olvido por parte de sus propietarios me lo dejaron en Contrato de
Precario que quiere decir que nos podían echar de la noche a la mañana
prácticamente de nuestra Asociación en cualquier momento, mediante una
cláusula de previo y formal aviso con acuse de recibo de 30 días.
Convivimos con los pequeños y simpático sagutzus o ratoncillos de campo
que frecuentemente recorrían nuestras mantas a sabiendas de que ellos y
nosotros éramos compañeros del olvido. Cuando Pipo y Michi crecieron,
nuestros pequeños y acompañantes dejaron de molestarnos, seguramente con
cierta pena: por la pena decía nuestros abuelos suele entrar la peste.
Estoy seguro que en muchas o todas las prisiones del Estado Español son
mucho más higiénicas lo digo sólo por la inexistencia, supongo de esto
roedores. Sin embargo, no iba en detrimento de nuestra gran labor social
que cada día realizábamos.
Los gatos fueron nuestros segundos
compañeros en aquél caserío en el que llegamos a descubrir mientras
realizábamos una limpieza a fondo un pequeño arsenal de explosivo húmedo
y ya sin efectos destructivos en un pequeño zulo de lo que fueron las
cuadras. ETA había estado allí antes que nosotros y después para seguir
hostigando de diferentes formas.
Quisiera escribir un cuento de
todo esto y como los cuentos han de ser basado de una parte de realidad
para que nuestro entendimiento lo vaya asimilando, en otra ocasión
dedicaré más letras a esta historia.
En fin, el día 07 del
presente fue mi cumpleaños y Michi la gatita esperó mi celebración. Cogí
mi guitarra para seguir ensayando mi repertorio y comencé a entonar
“Love Story" y sin acabar de rasgar sus notas escucho un golpe que
supuse certeramente que sé trataba de Michi, a ella la encantaba la
música, dejé mi guitarra a un lado y salí de mi habitación estudio:
Michi había saltado sin fuerzas del sofá al suelo de madera de roble con
sus piernas sin fuerza estaba desparramada en el suelo, la cogí, tenía
los ojos apagados, ya no podía ni andar, y con deseo de reposar en mis
piernas para esperar la muerte que como sabemos los animales la
presienten mucho antes que nosotros los humanos: Tres cabezadas antes de
morir, - Dicen que damos las personas- Michi os juro que desafió a la
muerte antes de asentarla más de cien veces, hasta que murió de perfil
como una moneda de reina felina de los gatos del Pagasarri y reina de
los Valles de Pas.
Antonio Valcárcel.
Presidente de Tubal Asociación."
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