Tras de las tracas de Bilbao y de tantos artificios
pirotécnicos que sublimes y magestuosos subía silbando y explosionando en el cielos; rompiendo nubes, rayos… Sin
aproximarse a las estrellas. Lo he mirado y un olor a pólvora quemada ha conseguido
de que desista en admirar tan asombroso espectáculo; he vivido con estruendos de pólvora , dinamita
y tiros en la nuca que he preferido escribir una carta al ciberespacio allá
donde tú está, despierta, y yo procedo a
acostarme con la soledad de la estrella en medio del campo.
Una misiva que amenaza, una amenaza que hiere, un corazón
que reivindica el derecho a vivir cada cual con sus ideas e idealismo, un tiro
certero al pecho, lamentos por doquier, misas y funerales, fuentes secas de
tantas gargantas abrasadas de gritar: – ¡¡¡Que pare la sangre, que va a
sedimentar los edificios de la PAZ!!!-. Y ahora, han dejado de sonar las armas
en Euskadi, Euskalherria y el País Vasco, España, Francia… Afortunadamente,
muchos; y a cuenta de todo esto han
amasado grandes fortunas y otros muchos funerales ¡¡¡Paradojas de la vida!!!¿Cuanto
cuesta un cartucho de ojiva blindada? Ahora, un silencio Israel vigila y la
estrella de David se ilumina, que no pulsen el botón rojo del artilugio nuclear
y que la liturgia continúe en las misas y sin difuntos de la guerra, guerrillas
y bloqueos, etc.
S eme agotan las palabra y la munición a la mención de los
héroes muertos por defender la dignidad a su libertad, la que sea. La libertad
de unos es la prisión de otros, son tiempos ahora de abrir las prisiones y las
conciencias, según la santa ley del hombre lobo con fauces prestas a
dentelladas y zarpazos. La bestia sigue rugiendo a la luna de Bilbao mientras
los espectáculos de pirotecnia culminan
en una gran PALMERA.
Antonio Valcárcel