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sábado, 25 de agosto de 2012


Tras de las tracas de Bilbao y de tantos artificios pirotécnicos que sublimes y magestuosos subía silbando y explosionando en el  cielos; rompiendo nubes, rayos… Sin aproximarse a las estrellas. Lo he mirado y un olor a pólvora quemada ha conseguido de que desista en admirar tan asombroso espectáculo;  he vivido con estruendos de pólvora , dinamita y tiros en la nuca que he preferido escribir una carta al ciberespacio allá donde tú está, despierta,  y yo procedo a acostarme con la soledad de la estrella en medio del campo.    
Una misiva que amenaza, una amenaza que hiere, un corazón que reivindica el derecho a vivir cada cual con sus ideas e idealismo, un tiro certero al pecho, lamentos por doquier, misas y funerales, fuentes secas de tantas gargantas abrasadas de gritar: – ¡¡¡Que pare la sangre, que va a sedimentar los edificios de la PAZ!!!-. Y ahora, han dejado de sonar las armas en Euskadi, Euskalherria y el País Vasco, España, Francia… Afortunadamente, muchos;  y a cuenta de todo esto han amasado grandes fortunas y otros muchos funerales ¡¡¡Paradojas de la vida!!!¿Cuanto cuesta un cartucho de ojiva blindada? Ahora, un silencio Israel vigila y la estrella de David se ilumina, que no pulsen el botón rojo del artilugio nuclear y que la liturgia continúe en las misas y sin difuntos de la guerra, guerrillas y bloqueos, etc.
S eme agotan las palabra y la munición a la mención de los héroes muertos por defender la dignidad a su libertad, la que sea. La libertad de unos es la prisión de otros, son tiempos ahora de abrir las prisiones y las conciencias, según la santa ley del hombre lobo con fauces prestas a dentelladas y zarpazos. La bestia sigue rugiendo a la luna de Bilbao mientras los espectáculos de pirotecnia  culminan en una gran PALMERA. 

Antonio Valcárcel

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