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domingo, 30 de septiembre de 2018

PEDRO ZUBIAURRE, Cantabria, 1956

El poeta, Pedro Zubiaurre, ya nunca jamás podrá ocultar su edad. El poeta sabe que los años que transcurren en la vida de una persona son chorros de sabiduría que se transmiten a través de sus vivencias y que le transcienden, fruto de la adquisición de conocimientos por medio de la lectura: recorridos por "sendas" aventuras y que luego el autor decide andar por casi o más de medio mundo, descubriendo edificios cuya arquitectura contrastan o no con el paisaje pero que hablan de sus gentes y cultura y en este caminar el Poeta sé empapa de conocimientos ocultos y que hoy nos los descubre en sangre, carne y hueso.
Dice el Poeta: “Comienzo a escribir poesía en la adolescencia”
Comienza el cultivo del buen labrador a cultivar y enlazar sus sipnasis neuronales en busca del soneto perfecto, con una ritma y métrica que me recuerdan a las palabras del sabio y Premio Novel de Fisiología y Medicina, Severo Ochoa: “Es tan complicado escribir un buen soneto como descubrir una composición química”. Y Pedro Zubiaurre, el Poeta nos escribe: -
“Y te busco con afán,
sin desfallecer te busco,
solo te busco.
Y a veces me pregunto
–tan solo algunas veces cuando la duda asoma y toma asilo temporal en mi alma
- ¿Será quizás que no habita en las palabras?
… Dejo en suspenso para que el lector sé adentre en si mismo con el reto del Poeta por si encuentra la “piedra filosofal” que toque la escuadra y sus vértices, y después pregúntese si es más difícil el lenguaje del poeta o los logaritmos de las computadoras. Los sabios saben y no saben nada.
El desierto y sus arenas como relojes eternos cruzado por los paso de quién quiere detener el ritmo del fino hilo de arena, en busca de la eternidad de la materia, efímeros paso del viajero, sin encontrar el oasis y sus palmera; agua viva que calme su sed no solo física, además espiritual.
Le reto a que lean cada verso, estrofas, sonetos… Todo en la unidad y medida que hasta aquí nos ha regalado como un collar de perlas o quizás al igual que cuando agarramos un puñado de cerezas de un cesto y sacamos de regalo mucho más de lo que hemos cogido. Y las cerezas como sentimientos imbricados en sus prosas y versos.

Antonio Valcárcel
Otro poeta del sentimiento

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