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sábado, 3 de junio de 2023

Conclusiones analítica de "La Casa Tomada" de Alberto de Cortázar. Curso de Escritura Creativa de Carmen Posadas.


 

Conclusiones analíticas de:

La Casa tomada (Alberto Cortazar)

Particularmente me ha dejado ligeramente atrapado y con la incógnita de saber el tipo de "identidad" que ocupaba el espacio de la casa al que siempre mantenían cerrado. El autor trata de sembrar en el lector un miedo o suspense que considero hoy en día esta caduco. Sin embargo, su lectura es recomendable para adentrarse en otros géneros similares donde o sé es un maestro del suspense o preferiblemente no intentarlo. La industria del cine has dejado este género casi infantil y es por ello el autor conserva la esencia de un miedo que en su momento literario podría llegar a impactar desde la mentalidad Argentina de la acción de un autor que atrapó en su época. Sobre todo si sé lee durante una noche en medio de la pampa y, con máxima atención y concentración; cosa que en la actualidad no consigue el relato por su escasa dimensión literaria del contexto en la que se mueve la historia del cuento.

Dos hermanos de edad rondando la media con una conexión digna de ser psicoanalizada por un experto, aún así estas uniones convivencia donde cohabitan dos hermanos que duerme en habitaciones solamente separadas por un tabique de argamasa que no debe de ser muy ancho ya que incluso ambos dos sé les podía oír las respiraciones y el trasiego de sus insomnios.

La casa grande en la cual podían vivir con más independencia dada la amplitud de la misma. A mi entender es obvio que ambos sé necesitaba y como un cordón umbilical sé necesitaba él uno al otro por razones de soledad, seguramente. Sus genealogías tocaban  con ellos dos a su fin, son los únicos que quedan de la saga.

Los bancos debían de estar a horas de su casona y por tal razón guardaban en la habitación en uno de sus armarios, la plata. Irene una mujer manejable de gran paciencia a tenor del narrador de esas mujeres que andan de puntillas por la casa para no molestar. A Irene la gusta tejer y de hecho teje y teje y si no le gusta lo confeccionado los deshace y comienza de nuevo a tejer con sus dos agujas de hacer punto; y llevando las cuentas en cada fase del tejido. Las tierras eran muy productivas y por tanto rentables. Bien podían contratar un ama de llaves y seguramente algún que otro criado hijo o hija de los trabajadores de su finca. Sin embargo, deciden vivir juntos separados por un tabique de estrecho. La casa albergó varias generaciones, ellos eran los últimos en ocuparla pues ninguno de los dos tomo matrimonio ni procrearon hijos, aún, sin estar casados. Es evidente que existía un gran amor por la casa y su hacienda, pues el narrador llega a plantearse que la situación de soledad en la que convivían era debido a la hacienda. Una casa con historia evidente, llena de recuerdo, objetos y retratos de los abuelos, bisabuelos, padres y quizás con muchos primos que seguramente serían por ley los herederos.

En esta obra el hermano de Irene es el narrador del cuento con su trama. Un hombre con cierta cultura acumulada, quizás, en una gran biblioteca heredada de sus ancestros y ampliada por él.

María Esther fue novia del hermano de Irene que la fatalidad se ceba y ella fallece antes de adquirir el compromiso del casamiento. Este hecho supuso un antes y un después en el carácter del narrador.  

Los ruidos que invadían la casa eran extraños, crujiente como de movimientos de muebles centenarios que cobran vida de tantos alientos y magnetismos de sus habitantes durante tantos años. Estos fenómenos que escuchaban, como invasores que habían tomado la casa día tras día y noche tras noche, sin duda puede descompensar el mecanismo de la resistencia psíquica de cualquier ser humano. Al fin y al cabo tenían que tomar una decisión - así no podían vivir- Vivir con unos huéspedes que les habían tomado la casa lo mejor era cerrarla con la llave de aquél portalón y salir de estampida pero con la inteligencia del sigilo, aunque la mente galopase. Salieron de la casa y echaron la llave a un pozo de alcantarillado.

Era de noche de esas noches donde el frío es más de nervios que la temperatura exterior o quizás sus tiroides les comenzaba a fallar,  pues no estaban en la Patagonia sino en la pampa como una estepa extremeña donde los rastrojos se van haciendo ovillos capaces de arrollar a una persona si el viento es lo suficientemente fuerte como solía acontecer. Irene sé quedó mirando a aquellas enormes bolas de rastrojos que la recordaban a los de lana que tanto tiempo había pasado con ellos tejiendo y destejiendo.

Y poniéndome en la mente del hermano de Irene que no contrajo nupcias debido al prematuro fallecimiento de su siento e imagino que sus espaldas las llevaba cargadas como un saco de maíz a cargada y a cuestas o como el que lleva el peso de fantasmas incorpóreos que sin tener peso dejan al quién invaden como con un cansancio superior al plomo.

Miraba a Irene que cabizbaja y con una pena y a la ver con una liberación de quiénes abandonan el presidio. ¿Pero que pecado habían cometido?

Vuelvo al narrador que caminaba con sus huesos donde ya a temprana edad la reuma le había tomado como quienes invadieron su casa. Irene le decía: - Hermano eres afortunado pues aún teniendo artrosis en casi todos tus huesos tu dolor  es circulante, debe de ser genética, la tenía la abuela que sus dolores se acomodaron en sus hombros, que no los podía mover del dolor.

Su abuela, nuestra abuela sus andares eran como esas muñecas de cartón alemanas que mediante una serie de resortes movían los brazos y las piernas, hasta eran capaz de dar pasos por el largo pasillo de la casona -- asentó el hermano-- y la preguntó: - ¿Quién fue el que nos regaló aquella muñeca con pelo natural de ojos azules, provista de un pequeño armario con sus ropitas?

Respondió Irene - El tío Juan que como sabes fue ingeniero de montes y caminos y para firmar un contrato tuvo que irse a Alemania. Si. Respondió - Los alemanas son unos cabezas cuadradas, quién nos iba a decir que un nazi dictador fuese capaz de hacer tantos crímenes a fin de conquistar el mundo. Hay veces que cuando escucho la música de los violines me recuerda al judío Moshe el que nos compra el maíz. Que forma de regatear tiene ese hombre de regatear los precios. No es de extrañar que Hitler dado el poder económico que estaban acumulando los judíos en Alemania y el resto de algunos países de Europa los odiase. Pero, no creo que sólo el hecho diabólico de aniquilar a seis millones de judíos era sólo por un hecho económico, sino, también racial y religioso. Pues ha sido siempre costumbre de machacar al judío desde las tropas comandadas por tito un general romano e incluso antes de la destrucción del primer templo de Salomón hasta la Inquisición Española auspiciada por el Inquisidor Mayor del Reino de España un tal Torquemada. 

Menos mal - La iba contando a su hermana mientras andando en una noche lóbreba y semioscura gracias a la luna y con viento fuerte que movía los matojos rodantes. Si no hubiese sido porque el descubrimiento de las Américas en el año 1492 donde tomaron embarcación miles y miles de judíos con genealogías falsas para poder embarcarse. Oí a mi abuelo que tenía un Talmud traducido al castellano que antes del descubrimiento de América los españoles estaban contemplando la idea de enviarlos de forma aislada al Peñón de Gibraltar. 

Irene que escuchaba embelesada y con ciertos temblores por el recio viento y la noche donde las temperaturas bajan drásticamente. Le dijo: - Hermano debería de haber seguido estudiando en la universidad de Buenos Aires pues te quedaba sólo un año para licenciarte! Responde el hermano narrador: - Si. Tienes mucha razón pero sabía que me necesitabais en la finca, pues padre ya estaba aquejado de la tuberculosis y desgraciadamente desahuciado por los galenos. Aunque debería de haber contemplado la posibilidad de nuevas opiniones médica. Pues durante mi corto tiempo en Alemania ya estaban investigando una cura contra esa maldita enfermedad.

Dijo Irene: - Lo que no descubran los alemanes difícilmente los descubre otro país.

  • Así es Irene son como te dije unos cabezas cuadradas y su volumen ha de medirse en centímetros cúbicos, y sonrió.
  • -Irene arrancó a reír y todo los sucedido en  la casa por unos segundo sé la fue disipando como en un olvido falso, sabía que el camino que conducía al primer pueblo aún quedaban una buena distancia y el alba comenzaba a romper en un nuevo día y con ello una nueva esperanza.
  • Prosiguió Irene: - Crees hermano que volveremos algún día a la casa?
  • Si. Respondió - En cuanto lleguemos a la finca me presentaré a Diego el banquero para que me promueva un prestamos con garantía hipotecaria parcial a cargo de nuestra finca - pues los dijo con rabia- los malditos ocupantes nos han dejado sin billetes y calderilla.
  • - Quizás no haga falta dijo Irene: ya en unos días toca la cosecha y podremos llegar a un acuerdo de pago con garantía personal pues no será difícil, los del banco nos conocen y saben nuestras cuentas: las declarada, y las otras las sabemos nosotros.

Y aquel día llegó Irene sé casó con el banquero y al poco tiempo quedó embarazada y su hermano con una criolla hija de un bracero de la finca y ambos dos ya estábamos en camino de tener familia y los ocupantes, ahora no sé atreverían a mover muebles, andar por las viejas y pulidas tarimas de roble, ni esos ruidos sordos fantasmales.

Lo peor era sacar la llave de la poza aséptica donde tiré la llave que era de una gran profundidad. Pero eso no suponía un problema, es oficio de cerrajeros.`


Antonio Valcárcel Domínguez

Curso escritura creativa de Carmen y Gervasio Posadas. 

 

(…)

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