La Arboleda pueblo minero de Bizkaia.
¿Quién ha visto las lágrimas cuajadas de cuarzo en las grutas de los mineros al alcanzar el carbonato de aquellos niños evacuados del 37, 38, 39 e incluso los 40? Arboleda miliciana y popular, variopinta de sus gentes y las ideas. ¿Por qué no construyes el monumento a los repatriados por las manos del escultor del Pueblo? Tembló Blas de Otero en tus minas, y de su voz se impregnaron de jirones los hierros carceleros, por alcanzar la libertad. Pensó el Poeta que el capitalismo era superable y murió con sus angustias. Las vibraciones del camión transportador de niños me producían un cosquilleo en los oídos y pensé que me ocurriría algo como a Miliciano, nuestro perro, una bomba estalló a su lado y por sus oídos le salía la masa encefálica. Sacó mi madre del bolsillo del delantal dos txartelas. ¡ Señor, por favor! ¿Me puede decir lo que dicen?
El señor examinó los papeles y leyó en voz alta: Euzkadi gizarte laguntza zaingoa. Expedición a Francia, embarque Nº 282 y 283, respectivamente, todos los niños evacuados. ¡ Pero Señora aquí dice que tiene que poner una fotografía de los niños y sujetarla con una grapa! Contestó nuestra madre: “ No hace falta fotografía de mis hijos de este nefasto suceso” ¡Se equivoca, Señora, una imagen vale por mil palabras! Respondió ya altiva nuestra madre: “ La libertad es el ejercicio libre de expresar con palabras lo que el pueblo soberano legitime en democracia, si el pueblo pide pan o paz hay que dársela” Prosiguió: “ Los pueblos sometidos a yugo por el invasor se encontrarán con todo un pueblo expresándose en soberanía. No sabe Ud., Señor, que las palabras perdurarán al igual que las Tablas de Moisés ejecutadas por el dedo de Dios”.
El Barco la Habana zarpó y en el puerto quedaron las madres de la guerra. Al romper el horizonte las divisamos como un átomo visto por el microscopio electrónico. Desde entonces, las andereños sustituyeron temporalmente a nuestras madres; lo peor era cuando llegaba la noche y los recuerdos invadían nuestra mente. Lo he recordado toda mi vida y he asociado a las andereños con las sirenas de Ulises.
En memoria de mi padre Carlos. Telegráficamente ¡Por favor, ETA que continúe la tregua!
De la obra inédita " El Jardinero Gallego del Lehendakari José Antonio Aguirre" 2008
Autor: Antonio Valcárcel.
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